
se deja entrever
uno, dos, mil destellos.
Ya se siente el calor en el cuerpo
la libertad en mis pies.
Ay Diosas de la noche
del alba y del después.
Corazón, ése es el que alerta
las caricias vienen después
Latidos que avisan,
tus ojos ya lo ven.
Quizás te lleguen las palabras
o al menos unos susurros
después de implorar al cielo
del frío nocturno
y gélido dolor.
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